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Reyes del Perú

Las «Reyes del Perú», también conocidas como «Efigies de los incas» o «Genealogía de los incas», son tablillas de pintura de diversos tamaños creadas en distintos momentos de la historia peruana. Estas obras tienen en común la representación de una línea de descendencia que conecta a la casa real inca.

Las tablillas servían para mostrar la legitimidad de la monarquía hispánica como sucesora natural de la casa real inca en la administración virreinal peruana, que se estableció después del colapso del Tahuantinsuyo. Tras la independencia, el nuevo régimen republicano, liderado por criollos, también buscó legitimar su poder mediante estas tablillas. Sin embargo, intentaron minimizar la época de dominación española en favor de las figuras libertadoras que tampoco eran originariamente peruanas.

Antes de estas tablillas, ya existían intentos privados de conectar a los gobernantes del Imperio incaico con los reyes de España. Ejemplos de esto son las ilustraciones del español Martín de Murúa, los escritos del descendiente incaico Felipe Guamán Poma de Ayala y las obras literarias del mestizo Inca Garcilaso de la Vega.

Las primeras tablillas aparecieron en el siglo XVIII, específicamente en 1571, por orden del virrey Francisco de Toledo. Estas mostraban un linaje simbólico entre los emperadores incaicos y el rey Felipe II de España. El objetivo simbólico era conectar ambos imperios y reivindicar el mestizaje del Virreinato del Perú. Las tablillas virreinales mostraban a los incas entregando el poder a los gobernantes españoles, y el arte colonial daba una estética romana a los incas para legitimar el linaje hispano-incaico.

Tras la caída del Virreinato, el gobierno de la República Peruana continuó creando tablillas. Las más conocidas son las de Marcos Chillitupa Chávez en 1837, donde en lugar de los reyes españoles, se pone a los libertadores sudamericanos de países como las Provincias Unidas del Río de la Plata, Gran Colombia y Chile, quienes lideraron la expulsión de los españoles del Perú.

El legado artístico de las «Reyes del Perú» es variado y tiene mucha influencia medieval romana, similar al arte del Sacro Imperio Romano Germánico, donde los monarcas intentaban validar su poder como sucesores del Imperio romano. Atahualpa, por ejemplo, llega a recibir el título de «augustísimo inca». Algunas de estas tablillas se encuentran en la Iglesia de Nuestra Señora de Copacabana, el Museo Pedro de Osma, el Museo de Arte de Lima y el Museo Larco. Una de las tres primeras tablillas creadas por el virrey Francisco de Toledo está en la Biblioteca Angelica en Roma, Italia.

Pintor Diego Quispe Tito

Diego Quispe Tito (San Sebastián del Cuzco, 1611 – San Sebastián del Cuzco, 1681) fue un notable pintor peruano del siglo XVII, originario de los Andes y miembro destacado de la escuela cuzqueña. Inició su carrera artística alrededor de 1627, con su primer lienzo datado de ese año. Se cree que perteneció a la nobleza indígena y que nació en San Sebastián del Cuzco, donde también tenía su casa y taller.

Quispe Tito alcanzó gran prestigio en Cusco a partir de la década de 1660, especialmente por su trabajo en el templo de San Sebastián. Su habilidad y virtuosismo en estas pinturas le ganaron encargos importantes de Cusco y el Alto Perú, enviando sus obras regularmente. Fue influenciado por Gregorio Gamarra y, a su vez, desarrolló un estilo propio que destacó por sus paisajes repletos de flores y animales, convirtiéndose en una característica distintiva de la pintura cuzqueña.

Sus obras en la Iglesia de San Sebastián fueron significativas. Encargado por curacas como Ignacio Inca Roca y Juan de Dios Sucso, Quispe Tito decoró la iglesia tras el terremoto de 1650. Realizó siete ciclos importantes de pinturas, incluyendo escenas del martirio de San Sebastián, la vida de San Juan Bautista, la infancia de Cristo, la pasión de Cristo, los doctores de la iglesia, varios santos y paisajes sacralizados. Lamentablemente, estas pinturas fueron destruidas en un incendio en 2016.

Las obras tempranas de Quispe Tito, como «Visión de la Cruz» (1631) y «Ascensión de Cristo» (1634), muestran una indecisión estilística típica del principio del siglo XVII y están basadas en grabados de Wierix. Su serie sobre los doctores de la iglesia, pintada entre 1634 y 1640, se inspiró en grabados de Aegidius Sadeler II.

El ciclo de la vida de San Juan Bautista, realizado entre 1654 y 1663, es una de sus obras más interesantes. Esta serie consta de seis lunetos, cada uno con dos escenas de la vida de San Juan Bautista, basadas en grabados de Jean Leclerc. Las composiciones incluyen paisajes llenos de flores y animales, vestimentas decoradas con vuelos, broches y plumas, y una perspectiva arquitectónica irreal pero detallada. Las escenas dramatizan las perspectivas arquitectónicas y contienen elementos característicos de la escuela cuzqueña.

Otras pinturas notables de Quispe Tito incluyen el «Martirio y muerte de San Sebastián», ubicadas originalmente en la Iglesia de San Sebastián y desaparecidas en el incendio de 2016, y «El Juicio Final» en el convento de San Francisco del Cusco, pintada en 1675. La serie del Zodiaco, que se puede observar en el Palacio Arzobispal de Cusco, también es destacada. Esta serie consta de nueve lienzos, cada uno representando una parábola de la vida de Cristo y correspondiente a un signo zodiacal.

Diego Quispe Tito dejó un legado artístico significativo en Cusco, contribuyendo al desarrollo de un estilo distintivo que perduró en la pintura cuzqueña. Su obra sigue siendo un testimonio del talento y la creatividad de este pintor andino del siglo XVII.

Pintor Martín de Loayza

Martín de Loayza, también conocido como Loaiza, fue un pintor y dorador mestizo peruano cuyo trabajo está registrado alrededor del año 1648 en Cusco. Loayza dominaba la técnica del claroscuro y entre sus discípulos se encontraban Pedro Pizarro, Juan Beltrán y José Barrientos.

Una de sus obras más destacadas es una Adoración de los Pastores, fechada hacia 1663, encargada por los mercedarios y actualmente ubicada en el convento de la Recoleta. Ese mismo año, los mercedarios también lo contrataron para dorar y estofar el retablo de San Pedro Nolasco. Martín de Loayza participó en la serie de San Francisco para el convento limeño del mismo nombre, lo que demuestra su relevancia en la Escuela cuzqueña de pintura.

En 1648, Loayza ya era un maestro reconocido y recibía aprendices en su taller, como Pedro Pizarro. El 26 de mayo de 1663, se comprometió a dorar y encarnar las figuras del retablo de San Pedro Nolasco en la Iglesia de La Merced del Cusco, por lo cual recibió 1100 pesos, según los registros de los Archivos Históricos del Cusco. Entre sus obras se incluyen La Adoración de los Pastores, en la Iglesia de la Recoleta del Cusco, El Martirio de San Esteban y La Conversión de San Pablo, en la Iglesia de La Merced, también de 1663.

Además de estas, otros lienzos de su autoría son Conversión de San Eustaquio, Conversión de San Pablo, Martirio de San Serapio, Martirio de San Andrés, Martirio de San Esteban y Martirio de San Lorenzo. Estas obras consolidan la importancia de Loayza en el panorama artístico del Cusco del siglo XVII.

Pintor Gregorio Gamarra

Gregorio Gamarra (c. 1570-1642) fue un pintor español destacado en el Virreinato del Perú durante el siglo XVII, con actividad notable en La Paz (Bolivia) y Cuzco (Perú).

Aunque se conoce poco sobre su vida, se sabe que Gamarra fue discípulo de Bernardo Bitti. En 1607, llegó a Cuzco desde Potosí y pintó la obra «Aparición de San Francisco al Papa Nicolás V», que se encuentra en la iglesia de La Recoleta en Cuzco. En esta misma iglesia, también se pueden ver otras de sus creaciones como «Inmaculada Concepción» y «La Visión de la Cruz», esta última basada en un grabado de Sadeler.

En la ciudad de La Paz, Gamarra dejó una huella significativa con varias obras. Entre ellas, «Virgen de Guadalupe» realizada en Cuzco y firmada en 1609, «La Porciúncula», «Visión del carro de fuego» y una «Inmaculada con San Francisco y San Diego», todas ubicadas en el convento de San Francisco. En el Museo Nacional de Arte de La Paz, se encuentra su pintura «Adoración de los Reyes», también basada en un grabado de Sadeler. Además, hay una «Virgen con el Niño, San Juanito y San José» en una colección particular, un «Cristo atado a la columna» en la universidad de La Paz y una «Muerte de San José» en el convento del Carmen.

La obra de Gamarra refleja una profunda influencia religiosa y un estilo marcado por la tradición renacentista, adaptado al contexto andino, lo que lo convierte en una figura representativa del arte colonial en América del Sur.