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Huaca Palomino

El sitio arqueológico Huaca Palomino se encuentra en la urbanización Palomino, en el distrito de Cercado de Lima, junto al río Rímac y la avenida Venezuela. Originalmente parte de la ex Hacienda Pando, esta huaca está vinculada al complejo arqueológico de Maranga y mira hacia un cerro al norte, posiblemente relacionado con un sistema cosmográfico.

Huaca Palomino, construida entre los años 900 y 1476 d.C., es un importante centro arquitectónico de la región Lima, influenciado por la Cultura Wari y ocupado principalmente por la Cultura Ychsma. Aunque su extensión original podría haber sido mayor, la expansión agrícola durante la época de las haciendas redujo su territorio. Designada como Patrimonio Cultural de la Nación en 2004, su conservación ha sido desafiada por factores como el clima y la urbanización.

La arquitectura de Huaca Palomino exhibe características típicas del Intermedio Tardío, como estructuras escalonadas y plataformas elevadas. Construida principalmente con tapial, esta huaca fue adaptada por los Incas con adobes rectangulares. Sus funciones incluían actividades administrativas y ceremoniales, sirviendo como residencia de gobernadores y templos.

La restauración de Huaca Palomino en 1960 tuvo un impacto positivo en la comunidad, integrando a diversas entidades locales en su protección y promoción. Anteriormente abandonada y sujeta a actividades delictivas, la intervención estatal y la participación comunitaria ayudaron a revitalizar este sitio.

Los Ichma, una unidad política que administraba la región de Lima, ocuparon Huaca Palomino. Aunque no se considera que hayan formado ciudades, su cultura se refleja en la cerámica y la iconografía, centradas en motivos marinos debido a su proximidad al océano.

Huaca Palomino es un importante vestigio arqueológico que ofrece información sobre las sociedades precolombinas de la región Lima, destacando por su arquitectura, funciones y contexto cultural. Su conservación y restauración son fundamentales para preservar este legado histórico.

Feria del Señor de los Milagros

La Feria del Señor de los Milagros, celebrada anualmente en la Plaza de Toros de Acho en Lima, Perú, es un evento taurino de renombre internacional. Reúne a destacadas figuras del toreo nacional e internacional en una competencia por el prestigioso Escapulario de Oro del Señor de los Milagros, el máximo honor de la feria.

Esta celebración se lleva a cabo en honor al Señor de los Milagros, Patrón del Perú y Patrono Jurado de Lima, durante los meses de octubre, noviembre y diciembre. Considerada el evento taurino más destacado de América del Sur, ha mantenido su relevancia desde su creación.

La historia de la Feria del Señor de los Milagros se remonta a 1946, cuando fue establecida tras la renovación de la plaza de toros de Acho. La idea original surgió del crítico taurino Fausto Gastañeta y fue llevada a cabo por Manuel Solari Swayne, conocido como «Zeñó Manué». La primera corrida, el 12 de octubre de 1946, contó con la participación de destacados toreros de España, México y Perú.

A lo largo de los años, la feria ha experimentado cambios, desde ser reducida a novilladas en ciertos períodos hasta establecerse definitivamente en la Plaza de Acho desde 1952. En 1996, se conmemoraron 50 años de la feria, destacando la importancia histórica del evento.

Sin embargo, la feria no estuvo exenta de desafíos, siendo suspendida por primera vez en 74 años en 2020 y 2021 debido a las restricciones por la pandemia de COVID-19. En el 2022, se reanudó con una novillada y tres corridas de toros, retomando así su tradición.

Una parte integral de la Feria del Señor de los Milagros son los premios otorgados al mejor torero y a la mejor ganadería. Estos premios, el Escapulario de Oro y de Plata respectivamente, son imágenes talladas en oro de la advocación limeña del Señor de los Milagros. Otorgados por la Municipalidad del Rímac, estos premios son los únicos reconocimientos oficiales de la feria.

Cerro San Cristóbal

El cerro San Cristóbal se erige majestuoso entre los distritos de Rímac y San Juan de Lurigancho, en Lima, Perú. Este prominente monte, parte de la cordillera de los Andes, tiene un significado histórico y religioso arraigado, siendo venerado por su papel como apu prehispánico y lugar de adoración incaica. Francisco Pizarro, en 1535, lo bautizó con su actual nombre.

En los albores de la Ciudad de los Reyes, una cruz de madera, símbolo cristiano, se alzó en su cima, pero fue destruida por los incas durante el cerco de Lima en 1536. Este sitio fue testigo de encarnizados combates entre incas y españoles, donde se libraron batallas cruciales en la historia de la conquista española en Perú.

Durante la República, el cerro fue escenario de estrategias militares durante la Guerra del Pacífico. Sin embargo, su importancia trasciende lo bélico; es un lugar de peregrinación católica desde tiempos coloniales, marcando el primer domingo de mayo con la celebración de la Fiesta de las Cruces.

A lo largo de los años, se han propuesto diversas mejoras para facilitar el acceso a la cima, incluyendo un monorriel que nunca se concretó debido a su alto costo. No obstante, el cerro se ha integrado al circuito turístico de Lima, siendo restaurado y acondicionado para recibir visitantes.

Destaca la construcción de la Cruz Monumental, concebida por el sacerdote Francisco Aramburú y erigida en 1928. Esta imponente estructura de hormigón y fierro, de 20 metros de altura, es un hito tanto religioso como arquitectónico, resistiendo incluso los terremotos que han sacudido Lima.

La inauguración de la Cruz Monumental fue un evento trascendental, contando con la presencia de destacadas figuras políticas y religiosas. Desde entonces, se ha convertido en un punto de encuentro para miles de personas durante celebraciones religiosas y eventos turísticos, siendo un símbolo perdurable en la historia y la cultura limeña.


Puedes llegar al cerro San Cristóbal de varias maneras. La opción más común entre los visitantes es tomar un autobús turístico que parte de la Plaza de Armas de Lima.

Si prefieres una experiencia más activa, puedes optar por la ruta de los ‘mil escalones’. Esta aventura comienza en el ‘Paseo de las aguas’ en el distrito del Rímac. Desde allí, iniciarás el ascenso por escaleras adornadas con grafitis y murales hasta llegar a la cima del cerro.

Iglesia de Santa Liberata

La iglesia de Santa Liberata, un sitio de adoración católica, se erige majestuosa en la Alameda de los Descalzos, dentro del distrito del Rímac en Lima, Perú.

Históricamente, el lugar albergaba un huerto de naranjos antes de convertirse en un complejo religioso. Un episodio peculiar marcó su historia en enero de 1711, cuando un joven solicitó al cura del templo del Sagrario, contiguo a la Catedral de Lima, buscar su constancia de bautismo. En un descuido, desapareció el copón de oro que resguardaba las hostias consagradas para los templos limeños.

La ausencia del copón pasó desapercibida hasta el 30 de enero, cuando se necesitaba para administrar el viático a un moribundo. El hallazgo vacío desató una conmoción en la población, provocando el cierre de todos los templos y la suspensión de la eucaristía. Bajo la dirección del Virrey Diego Ladrón de Guevara, se desplegaron esfuerzos para capturar al ladrón.

Finalmente, el delincuente, Fernando Hurtado de Chávez, fue aprehendido cuando intentaba vender las piedras del copón. Confesó haber enterrado las hostias junto a un árbol de naranjo en la Alameda de los Descalzos. Sorprendentemente, a pesar del lodo y el agua, las 150 hostias estaban intactas. Dos años después, se erigió el Templo de Santa Liberata en el sitio, con el altar mayor ubicado sobre el lugar del hallazgo. El nombre del templo honra a la patrona de la ciudad natal del virrey, Sigüenza, España.