El Puente de los Suspiros se erige majestuoso en el distrito limeño de Barranco, Perú, como un icónico paso elevado peatonal de madera. Situado en un punto estratégico, este lugar encarna la historia y la tradición del distrito, siendo un sitio de encuentro emblemático para parejas enamoradas.
Originalmente, el puente medía 44 metros de largo, pero tras su devastación por un incendio provocado durante la invasión chilena en enero de 1881, fue reconstruido con una longitud reducida a 33 metros. A pesar de ello, conserva las dimensiones originales de 3 metros de ancho y 8.5 metros de altura. Su función es unir la calle Ayacucho con el acceso a la ermita de Barranco, mientras que, al mismo tiempo, salva la quebrada y permite el paso por debajo de la Bajada de Baños de Barranco, un camino que conduce a las playas del distrito.
El nombre «Puente de los Suspiros» se deriva de la tradición popular que lo señalaba como un lugar emblemático para encuentros románticos y amantes, cargado de suspiros y susurros de amor.
Inaugurado durante la gestión municipal del alcalde Francisco García Monterroso en 1876, el puente fue testigo de momentos históricos durante la guerra del Pacífico, siendo destruido por las tropas chilenas después de la Batalla de Chorrillos en 1881.
La importancia cultural del puente se ve reflejada en la música, con la compositora Chabuca Granda dedicándole un vals peruano en 1960. En homenaje a esta figura, el municipio de Barranco colocó un monumento junto al puente. En diciembre de 2014, tras seis meses de trabajos de restauración, el puente fue reabierto al público, marcando una nueva era en su historia con una inversión de S/ 10 millones.