Casa de Osambela

En el corazón del centro histórico de Lima se erige majestuosa la Casa de Osambela, también conocida como Casa de Oquendo, una joya arquitectónica que data de la época virreinal del Perú. Construida sobre los restos del antiguo noviciado dominico devastado por el terremoto de 1746, esta imponente residencia destaca por su extensa fachada y sus balcones de exquisita manufactura.

La historia de esta mansión se entrelaza con la figura de Martín de Osambela, destacado armador de buques y comerciante español, quien adquirió el terreno en el que se levantaría la casa para saldar deudas y completar obras pendientes de la iglesia. Su matrimonio tardío con Mariana de Ureta y Bermúdez, mujer de gran belleza, y su gesto de ofrecer la residencia al libertador José de San Martín para un gran baile tras la Independencia del Perú, son episodios que añaden brillo a su legado.

Tras la muerte de Osambela, la familia se vio obligada a alquilar partes de la casa para subsistir, y eventualmente, en 1854, la propiedad pasó a manos de José de la Asunción Oquendo, otorgándole el nombre que perdura hasta hoy. La casa fue testigo de diversas transformaciones y usos a lo largo de los años, desde su tasación en el siglo XIX hasta su adquisición por la Caja de Ahorros de Lima y su posterior declaración como Monumento Nacional en 1973.

El valor histórico y cultural de la Casa de Osambela se ha preservado a través de los años, convirtiéndose en sede de importantes instituciones culturales como el Centro Cultural Inca Garcilaso de la Vega. Su restauración en la década de 1980, bajo la dirección del arquitecto Niño de Guzmán, devolvió su esplendor original, destacando su fachada neoclásica con toques rococó y sus característicos balcones Luis XVI.

El interior de la casa, una amalgama de estilos coloniales tardíos, revela peculiaridades únicas, como la disposición de sus habitaciones en paralelo a la calle y sus cuatro niveles de elevación, incluyendo un mirador octogonal, una rareza arquitectónica para su época. Los patios interiores, especialmente el principal con su elegante escalera, son testigos de la nobleza y la sofisticación que caracterizan a esta emblemática residencia limeña.

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