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Templo y Monasterio de Jesús, María y José

El Templo y Monasterio de Jesús, María y José se encuentra en el centro histórico de Lima, entre las calles Moquegua y Camaná.

En el siglo XVII, Nicolás Ayllón y su esposa María Jacinta Montoya, conocidos como Nicolás de Dios y la hermana María Jacinta de la Trinidad, acogieron a niños huérfanos y jóvenes en riesgo en su vivienda. La mesa milagrosa de Nicolás, que alargaba las telas para vestir a los necesitados, era famosa en Lima. Tras la muerte de Nicolás en 1677, la casa se expandió y se construyó un modesto oratorio, gracias a la donación de un terreno por Francisco Mendoza Cisneros. La capilla, inicialmente llamada de Jesús, María y José, se amplió tras un sismo en 1678. Posteriormente, se convirtió en un monasterio de religiosas Clarisas Capuchinas en 1713.

El monasterio alberga a 36 monjas de clausura, siendo la abadesa actual María Paulina de Jesús.

El Templo presenta una fachada sencilla con torres pequeñas, contrastando con su interior profusamente decorado. Destacan los retablos de San Cayetano, San Ildefonso, el Calvario, San Antonio de Padua y el Corazón de Jesús. El altar mayor, de estilo barroco, muestra la Sagrada Familia y otras imágenes en las hornacinas.

La capilla cuenta con un órgano construido en 1873 por el renombrado organero Aristide Cavaillé-Colls, donado por la familia Dreyfus de Lima.

Santuario de Santa Rosa de Lima

El Santuario de Santa Rosa de Lima, localizado en Lima, Perú, es un lugar de veneración católica dedicado a Santa Rosa de Lima. Este templo, parte del centro histórico de la ciudad y declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1991, se erige donde vivió y nació Isabel Flores de Oliva, conocida como Santa Rosa de Lima. Construido en 1728, junto a la casa de su nacimiento, el santuario ha sido un punto focal de devoción y fe desde entonces.

La historia de Santa Rosa es una combinación de relatos religiosos y eventos históricos. Nacida en 1586 como Isabel Herrera, su madre la renombró Rosa por la apariencia de su rostro. En su juventud, vivió en Quives y luego regresó a Lima, donde se dedicó a ayudar a los enfermos y pobres. Ingresó a la Orden de Predicadores en 1606 y falleció en 1617 a los 31 años. Su santidad fue reconocida oficialmente por la Iglesia en 1671.

Los restos mortales de Santa Rosa reposan en la Basílica y Convento de Santo Domingo desde 1687. La casa donde vivió se convirtió en lugar de reunión para la comunidad tras su muerte, y luego fue donada para convertirla en capilla y santuario. Este espacio se ha conservado a lo largo de los años, manteniendo la esencia del lugar donde la santa pasó su vida.

El santuario, construido en 1728 en terrenos del Hospital del Espíritu Santo, ha experimentado cambios a lo largo del tiempo. Parte de la iglesia original fue demolida en el siglo XX para la creación de la Avenida Tacna, pero se reconstruyó incorporando partes de la estructura original. Actualmente, la iglesia alberga el retablo mayor y otros elementos históricos.

La casona que forma parte del santuario ha sido remodelada y alberga testimonios de la vida de Santa Rosa. Entre ellos se encuentra la habitación donde pasó su juventud, una pintura de su rostro y la primera imagen tallada de la santa. También se conserva una habitación que sirvió como enfermería, donde la santa atendía a los enfermos. El espacio está lleno de reliquias, recuerdos y objetos históricos relacionados con la vida y devoción hacia Santa Rosa de Lima, la primera santa de América.

Iglesia de Santa Liberata

La iglesia de Santa Liberata, un sitio de adoración católica, se erige majestuosa en la Alameda de los Descalzos, dentro del distrito del Rímac en Lima, Perú.

Históricamente, el lugar albergaba un huerto de naranjos antes de convertirse en un complejo religioso. Un episodio peculiar marcó su historia en enero de 1711, cuando un joven solicitó al cura del templo del Sagrario, contiguo a la Catedral de Lima, buscar su constancia de bautismo. En un descuido, desapareció el copón de oro que resguardaba las hostias consagradas para los templos limeños.

La ausencia del copón pasó desapercibida hasta el 30 de enero, cuando se necesitaba para administrar el viático a un moribundo. El hallazgo vacío desató una conmoción en la población, provocando el cierre de todos los templos y la suspensión de la eucaristía. Bajo la dirección del Virrey Diego Ladrón de Guevara, se desplegaron esfuerzos para capturar al ladrón.

Finalmente, el delincuente, Fernando Hurtado de Chávez, fue aprehendido cuando intentaba vender las piedras del copón. Confesó haber enterrado las hostias junto a un árbol de naranjo en la Alameda de los Descalzos. Sorprendentemente, a pesar del lodo y el agua, las 150 hostias estaban intactas. Dos años después, se erigió el Templo de Santa Liberata en el sitio, con el altar mayor ubicado sobre el lugar del hallazgo. El nombre del templo honra a la patrona de la ciudad natal del virrey, Sigüenza, España.

Santuario y Monasterio de Santa Catalina de Siena en Lima

En el corazón del centro histórico de Lima, Perú, se encuentra la majestuosa Iglesia y Monasterio de Santa Catalina de Siena, un complejo religioso administrado por las Madres Dominicas. Este impresionante edificio, ubicado en la confluencia de los jirones Andahuaylas, Puno e Inambari en la antigua área de Barrios Altos, fue fundado el 10 de febrero de 1624 bajo la dirección del arquitecto Fray Diego Maroto.

Uno de los aspectos más destacados de este santuario es el culto al Señor del Santuario de Santa Catalina, que se inició en noviembre de 1916. Este culto público comenzó con la procesión del Señor del Santuario, que salió por primera vez de la iglesia con el apoyo de un grupo de devotas. Desde entonces, gracias a la dedicación de la Madre Sor Rosa Agripina de Jesús Sacramentado, este evento se ha convertido en una tradición arraigada en la comunidad limeña. Cada año, el 31 de agosto a las 12:00 am, se celebra el mes catalino, con la participación de 14 cuadrillas, sahumadoras y cantoras. Además, dentro de la devoción al Señor del Santuario, existe una figura conocida como Infancia Catalina, creada por una Hermana Cantora, que también forma parte de estas festividades.

El legado de la Iglesia y Monasterio de Santa Catalina de Siena perdura hasta nuestros días como un símbolo de fe y devoción en la capital peruana. Su arquitectura imponente y su papel en la celebración de tradiciones religiosas lo convierten en un lugar de importancia tanto histórica como espiritual para la comunidad local.