En el cielo sagrado, trino es tu ser,
Padre, Hijo, Espíritu, divina comunión.
En tus manos la creación florece,
un universo tejido con amor y pasión.
Padre eterno, fuente de todo bien,
creador sublime, artífice del edén.
Hijo amado, Jesús, luz de redención,
caminante divino, guía de corazón.
Espíritu santo, soplo de vida celestial,
danza divina en cada rincón terrenal.
Tres en uno, misterio de unidad,
tu amor infinito, nuestra seguridad.
En la tierra sembraste palabras de luz,
mandamientos que en el alma seduzcan.
Amarás al prójimo como a ti mismo,
reflejo divino, mensaje altruista.
En la trinidad de amor y verdad,
resplandece la senda de la caridad.
Que en cada corazón florezca la paz,
hermandad divina, celestial solaz.
Oh Trinidad divina, fuente de clemencia,
ríos de misericordia fluyen con presencia.
Padre, Hijo, Espíritu, en perfecto concierto,
amor que redime, poder que despierto.
Padre eterno, en tus brazos de perdón,
acoges al errante con compasión.
Hijo redentor, caminante de amor,
clavos y espinas, ofrenda sin error.
Espíritu santo, brisa de consuelo,
guía nuestros pasos con divino destello.
La ley es el amor, el prójimo es hermano,
en tu trinidad hallamos el arcano.
Ama al prójimo como a ti mismo,
enséñanos, oh Dios, el sagrado abismo.
En el servicio al otro, hallamos tu rostro,
caminamos juntos, en tu luz nos embosco.
En la trinidad divina, himno de unidad,
Padre, Hijo, Espíritu, eterna fraternidad.
En el firmamento resplandece tu amor,
la creación entera canta con fervor.
Padre todopoderoso, origen y destino,
en tu mirada hallamos paz y divino camino.
Hijo amado, maestro y buen pastor,
tu sacrificio es luz, redentor de dolor.
Espíritu santo, fuego que transforma,
en el alma danza, llama que informa.
La ley de Dios es amor sin medida,
en cada acto, en cada vida.
Ama a Dios sobre todas las cosas,
al prójimo como a ti mismo rosas.
En la trinidad divina, lección de amor,
vivamos, oh Dios, tu eterno resplandor.
Jesús, divino maestro en la tierra,
caminante de virtudes, luz que destierra.
En tu mirada, amor que todo sana,
enseñanzas divinas, sabiduría que emana.
Hijo de Dios, con ternura y poder,
consejos que al alma hacen renacer.
En las aguas de Galilea, lecciones de humildad,
lavando pies, ejemplo de verdadera fraternidad.
En el monte, las bienaventuranzas resuenan,
guía celestial, palabras que al alma envenenan.
Ama al enemigo, predica la paz,
en tu sendero, encuentran redentora solaz.
En el pan y el vino, símbolos de unidad,
cuerpo entregado, sangre derramada en caridad.
Oh Jesús, guía nuestro andar,
en tus enseñanzas, hallamos el mar.
Jesús, verbo encarnado, luz que irradia,
palabras de vida, guía que no se olvida.
En la sinagoga y la llanura extensa,
enseñanzas eternas, sabiduría inmensa.
"Ámense unos a otros", mandamiento sublime,
caminemos juntos, en amor que redime.
En el huerto, sudor de sacrificio,
lección de entrega, divino servicio.
"El que esté sin pecado, que tire la piedra",
misericordia que en el alma siembra.
Con la mujer samaritana, pozo de encuentro,
agua viva, lección de amor dispuesto.
En el monte de los olivos, oración ferviente,
"no sea mi voluntad, sino la tuya" paciente.
Oh Jesús, en tus palabras hallamos luz,
sendero divino, guía que seduce.
En la última cena, Jesús nos invita,
a la mesa del amor, donde el alma grita.
Pan partido, vino compartido en comunión,
lección de servicio, sublime bendición.
Lava los pies de tus hermanos, dijo el Señor,
humildad que florece en divino fervor.
En el jardín, sudor de sangre y agonía,
acepta la voluntad divina, sublime melodía.
Con la traición, el perdón se revela,
Judas, amigo, en amor se sella.
Oh Jesús, ejemplo de compasión,
en tu sacrificio, encuentran redentora razón.
Enseñanzas que trascienden el tiempo,
amor y servicio, divino fundamento.
En cada palabra, gesto y acción,
Jesús, maestro eterno, luz de redención.
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